Un espejo es una superficie capaz de reflejar la luz y suficientemente clara como para formar una imagen.
El ejemplo más simple es el espejo plano. En él, un haz de rayos de luz paralelos puede cambiar de dirección completamente como conjunto y continuar siendo un haz de rayos paralelos, pudiendo producir así una imagen virtual de un objeto con el mismo tamaño y forma que el real. Sin embargo, la imagen resulta invertida.
Existen también espejos cóncavos y espejos convexos. Cuando un espejo es cóncavo y la curva es una parábola, un haz de rayos de luz paralelos converge en el foco. Recíprocamente, una fuente de luz "puntual" ubicada en el foco es reflejada como un haz de rayos paralelos.
Los espejos como utensilios de tocador y objeto manual fueron muy usados en las civilizaciones griega, egipcia, etrusca y romana. Se fabricaban siempre con metal bruñido, generalmente plata o bronce. Tenían forma de placa redonda u oval, decorada ordinariamente con grabados o relieves mitológicos en el reverso (los romanos carecen de grabados, pero no de relieves) y con mango tallado para asirlos cómodamente mientras se usaban; de ellos, se conservan todavía muchos en algunos museos arqueológicos. Durante la alta Edad Media, apenas se hizo uso del espejo hasta que en el siglo XIII se inventó la fabricación de los de vidrio y de cristal de piedra sobre lámina metálica (o con amalgama de plomo o estaño que son los espejos azogados), sin dejar por esto de construirse los de sólo metal hasta el siglo XVIII.
Del espejo como verdadero mueble de habitación puede afirmarse que empieza con el siglo XVI, pues aunque ya de los dos siglos anteriores se citan algunos ejemplares históricos apenas era conocido y su uso era poco corriente. En dicho siglo, se presenta con marco elegante y pie artístico y ocupa lugar distinguido en el salón como objeto movible y de dimensiones reducidas. Hacia fines del siglo XVII las fábricas venecianas logran construir espejos de gran magnitud y desde entonces sirven como objetos singularmente decorativos en los salones, en los que ocupan un lugar destacado.
Los espejos modernos consisten de una capa delgada de aluminio depositado sobre una plancha de vidrio, la cual protege el aluminio y hace al espejo más duradero.